martes, 2 de noviembre de 2010

Estanque

Mira que yo podría llenarte las páginas con canciones de las que me adueño.
No sería nada demasiado original. Nada es original, ya todo fue inventado.
Pero están esas canciones-tractor. Canciones que remueven escombros y nombres, que levantan edificios y entusiasmos, que derrumban murallas y me derrumban a mi.


Yo no puedo ser tan diferente al resto de la gente, he comprobado miles de -orgasmos- veces, que existen letras que se me ocurrieron a mí antes de que otro la escribiera.
Yo he perdido mi tiempo, entre otras cosas, y no me dispongo a vomitar cuando me dan las náuseas, porque me enseñaron que es de mala educación.


Las personas que te miran, por lo general no te entienden. Disimulan, como tu y como yo. Algunas disimulan mejor que otras, pero todas lo hacen.


Y se ríen de tus palabras simpáticas, y suspiran con tus palabras melancólicas, y tal vez hasta sueltan lagrimitas cuando hablas de cosas tristes. No entienden la esencia real -si es que eso existe, aunque yo elegí pensar que si-.


Mira, a mi me cansa dar explicaciones. Y me agota porque he entendido que ya no es tanto explicar, sino el movimiento de mi boca cuando tengo diarrea verbal. La mandíbula ha sido puesta, sin duda, para mejores movimientos que hablar -besar (te) y comer (te), por ejemplo-. Ya aprendí que tratar de hacer entender cosas importantes con palabras es mayormente inútil si ese interlocutor no conoce el lenguaje de la mirada o de los gestos.


Mis manos y dedos han hablado mejor por mí desde hace muchos años. En cambio mi boca es una puta, que se dedica a banalidades y a hacer sonreír a mucha gente (aunque no lo merezcan).


Hemos dejado de saber tantas cosas. Hemos entendido que no valió la pena preguntar, o si, pero que ya es igual.
Porque... tanto que me guardo y que pensé que sabías, ha sido inútil.
¿Quién define qué es perder el tiempo?. Tu tiempo, el mío, el de mis padres orgullosos.
Cómo convencerme de que los minutos que tuve tu compañía han de enseñarme algo.


Yo siempre me desvío de los temas iniciales.
Siempre imagino escenas, y le subo el volumen a tu voz, y agrego escenografías y música de fondo, y agrego que me miras, y le pongo sombreros a la gente, y besos dramáticos de cigarrillo y vino tinto, y que llueve, y que nos vemos en blanco y negro, y que estamos borrachos, y que hay alegría, y que hay lágrimas y cine y bohemia.


Yo siempre me desvío de lo planeado. Yo siempre pierdo algunas veces el norte.


Que a veces los domingos comemos hasta llenarnos, y quedamos llenos de malas intenciones, que se olvidan ya los lunes.


Me ha pasado.
Y me ha pasado también que no olvido cómo se ve mi cabello largo frente al espejo.
Y te ha pasado que no se te olvida cómo veías mi cabello largo frente al espejo.
-Te ves hermosa-, decías.
Claro que, si fuese hombre, tampoco dudaría en decirle a una mujer que se ve hermosa en cuatro patas y de espaldas a mi.


Verás, todo es relativo. Inclusive las comidas caras o los condones baratos.
Y ya pasaron de moda mis pocas condiciones.
Y nos da terror quedarnos sin poder salir del estanque.
Los estanques son sucios, uno no puede ver a través de ellos.


1 comentario:

Todo es Violeta, por Maily Sequera dijo...

¿De qué sirve la catarsis literaria? No tengo idea. Uno hace un montón de cosas que no sirven para nada pero que provocan alucinaciones de orden o alivio.
Leí y pensé que la vida real apesta y me tranquilizó saber que tú también le pones sombreros a la gente y blanco y negro, eso de lo que hablabas.
Eso de "te ves hermosa"... Marvada sea. Necesitaba éste amor-odio. Muchas gracias (:
(y claro que, todavía, te sale)