sábado, 28 de abril de 2012

Brillo

Hasta la brisa que te sopla es capaz de lastimarte.
Dios nos libre del polvo mal habido, o de los huracanes.


Acá, cuando tiembla la tierra hay que correr hacia quien sabe donde.
Se me ha hecho tarde esperando, se me ha hecho difícil esperando.


La solución más obvia era dejar de escribir,
mandar todo a la mierda,
salir a las cinco de una oficina de color azul,
dejar de soñar con la fisioterapia, con las pinturas y con todas esas mierdas que los libros te cuentan.
Malditos libros.


Las maldiciones tampoco te salvan.
Hay que ser bien valiente para poder respirar este aire, 
para alzar la voz y decirles que estoy acá,
para mirar lo que fui, que sigo siendo, ¡joder!.


Esto no estaba en los planes, esto va fuera de contexto.
Pero la gente resignada valiente continúa con esmero...
Ligando que no te esclavicen con la firma al final de la hoja.


Si yo ya no estoy para juegos,
¿para qué sigo jugando?










Que no COÑO, que acá no va ningún punto final

martes, 6 de marzo de 2012

...

¿Cuánto tiempo toma aprender a ser sincero?

La sensación de estar a salvo no salva.
Por ejemplo te salva no olvidar mantener el pie derecho en el suelo,
no sea que al otro se le esfume el poder de volar.
Mejor vuela con un sólo pie, y guardas el otro en caso de...
Mejor no se te olvide que confiar es de tontos humanos.

Somos los tontos por excelencia, voluntariamente tontos.

No te sirve.
Porque aprendemos a hablar y somos felices.
Nadie nos enseña a callarnos, todos quieren que hablemos.
Cuando aprendes a callarte es cuando el daño está hecho.
Así, irremediable, tan bonito el silencio.

La sensación no es el hecho. A veces no es el frío el que te pone la piel de gallina.