miércoles, 5 de mayo de 2010

Cháchara

Digamos que han pasado meses o años y no me he dado cuenta desde la última vez que publiqué algo con un corte personal.

Esta época de mi vida -por así llamarla- ha estado llena de felicidades y experiencias maravillosas, al igual que decepciones, resignaciones, frustraciones y otras tantas sorpresas que aún no descifro cómo calificar.

Un buen nombre sería "Castillitos de arena", por ponerme metafórica. O las "cosasquenosoncuandoenrealidadcreoquesí" para ponerme intensamente literal. En fin, ¿qué sentido tiene este o aquel nombre?, total que pocos entienden lo que leen así esté escrito en perfecto castellano. Empezando por mí, que no dejo de desconocer a diario a la extraña que veo en el espejo.

Yo, que he sido inconstante e impulsiva toda mi vida. Yo que me he convertido en adulto sin darme cuenta. Yo que me aburro de la música, de los colores de voz, de los libros que no culmino. Yo que persigo estrellas fugaces, y persigo cometas... y miro al cielo esperando que las estrellas me hagan reír como dice mi libro favorito.

Pero no pasa nada.

Porque todo lo que me pasa, me pasa a una manera muy mía. Tan mía que no comprendo. Tan mía que me hace feliz y me tortura.

A mi Sabina le gusta pensar que es libre, le gusta idealizar personas hasta hacerlas inalcanzables -porque a veces es más sencillo no luchar por alcanzar a nadie, menos complicado-, mi Sabina piensa luego de actuar y yo le pongo pomada en los morados de las rodillas... mi Sabina no cumple horarios, porque es demasiado voluntariosa, demasiado ímpetu, así que a veces, y sin excusarse, aparece y brinda un destello de luz a quien tenga la suerte de mirarla.

Pero para mi no es suerte, yo la conozco... Yo la formé como parte de mí, y ella se volvió maravillosa, a veces más maravillosa que yo. Con -mis- sus ideas geniales ha conquistado y reconquistado sonrisas, lugares, momentos, personas, miradas, porque mi Sabina, a diferencia mía, no tiene miedo de perder.

Mi Sabina sabe que nadie pierde y que nadie gana, mi Sabina sabe que todo es un ciclo. Por eso, cuando le entra un entusiasmo suele abrirse paso como loca entre la multitud, porque es egoísta y sólo le interesan sus propias sonrisas y sus delirios de grandeza, y sus locuras matutinas, vespertinas, nocturnas, inesperadas.


Por eso, cuando descubre un tesoro, se vuelve posesiva y asfixiante, y no se lo dice a nadie, y no me explica qué es lo que está admirando ni qué es lo que está sintiendo.

Mi Sabina siempre lleva un sombrerito sobrio, y suele vestirse con pedazos que le ha arrancado a las personas que alguna vez le han tomado la mano. Mi Sabina lleva bufanda, lentes grandes y misteriosos, lleva el cabello suelto y largo como yo, una pipa tallada llena de finas hierbas, lleva un bolso negro y grande, que cuando se abre suenan canciones de Fito y de Drexler... Lleva lágrimas en el ojo izquierdo y una sonrisa radiante en los labios, y un libro sobre niños y rosas, lleva mis sandalias perfectas y un vestidito verde y ligero...

Mi Sabina que conoce el dolor porque lo lleva en el alma y en la mirada tan cálida y tan ausente.

Yo sólo puedo quedarme en silencio cuando ella habla, porque es atrevida, y se atreve a pensar, decir y sentir lo que yo no.

Yo que he decidido postergar una y otra vez mis sueños. Yo que sigo decidiendo por ella y por mí una y otra vez. Y he alcanzado metas que jamás anhelé, que jamás quise, que miro con cierto desprecio, que están ahí, indelebles, representando presentes que no me pertenecen.

Tan inconforme y tan realizada es mi Sabina. Y yo le sonrío, porque ella lanza besos sin dueño al aire y por momentos, me hace volar al sitio donde debo estar. Y ella me sonríe, agradecida porque gracias a mí te conoció.


3 comentarios:

E.C. dijo...

Me agrada esta "persona" de la que tanto hablas. Déjala decidir más seguido.

3rn3st0 dijo...

Llego aquí desde la página de Pedro y me encuentro con alguien francamente interesante. Seguiré pasando.

Saludos de un llanero en Maracay :-)

DINOBAT dijo...

En realidad "esta" siente...