martes, 16 de diciembre de 2008

Grito calladito

Tengo esta página en blanco frente a mis ojos.


Y sólo consigo mirarla inerte y sin pensar en nada más que todo lo que tengo por decir y no digo.
¿Qué fue lo que hiciste que puso miedo en mi lengua y amordazó mis pensamientos y mis palabras?
Y es que ahora las palabras se me atragantan en la boca cada vez que tu ausencia está conmigo.
Primera vez que siento esto. Me hace sentir pequeñita, indefensa y vulnerable. Sabe Dios cuánto detesto sentir que no soy dueña de mis pensamientos, de mis actos, de mis sentidos.
Vivo sumergida en una incertidumbre alimentada por tus actos indiferentes y tu forma tan extraña de quererme, apreciarme.
Aprecia tu corazón al mío? En cierta forma sí. Pero empiezo a sentir miedo de que todo te dé igual. Siento miedo porque sé lo que es sentirse así.
Siento miedo porque yo no me siento así.
Y odio sentir miedo.
Lo odio. Lo odio. Lo odio. Lo odio. Lo odio. Lo odio. Tanto. Ni te imaginas.


Odio tanto este sentimiento que puede hasta arruinarme días, noches, semanas enteras.
Hasta que te veo de nuevo. Hasta que ocupas el espacio vacío de NO ESTAR y estás.
Estás y todo es bueno. Hasta que recuerdo que estoy atragantada de palabras que no te digo por miedo maldito a no sé qué cosa.

¿Tengo miedo a que te pueda decir algo que no te guste y me dejes?
¿Tengo miedo a que no me entiendas y no quieras hacerlo?
¿Tengo miedo a involucrarme demasiado en un torbellino para salir disparada contra sabe Dios qué objeto punzopenetrante?
¿Tengo miedo de que no me digas la verdad?
¿Tengo miedo de que omitas la verdad?
¿Acepto las cosas sin pensar en mi?
¿Pienso que eres un ser egoísta?
¿Quisiera que me preguntaras qué pienso yo?
¿Tengo miedo de incluirme en una relación en vano?

Yo. Soy sólo yo. Estoy preparada ya para algo más. Realmente necesito algo más.
Pero a veces tenemos algo que no necesitamos.
A veces necesitamos algo y pues... no lo tenemos.
Y tantas palabras me agrietan la boca, y estoy aquí sentada conteniendo el llanto.
Y no es que esté triste. Es que no sé si tu lo entenderías porque jamás te has abierto conmigo.
Debe ser por eso mi resignación solemne a estar así y ya.
Probablemente sea parte tu y parte yo.
Es que estoy completamente segura de que nadie es ajeno a sus vivencias, a sus emociones, a su corazón, a su rutina, a sus ganas, a su sexo, a sus necesidades de amar y ser amado.
Tu no eres la excepción.
Sé que conmigo sientes y que tienes miedos y alegrías y buenos recuerdos y vivencias y experiencias distintas y experiencias iguales. Sé que conmigo has pasado momentos gratos y momentos aburridos y momentos de toda clase de momentos que puedan haber.

Sólo no puedo entender por qué eres egoísta y esas cosas ahora forman parte de algo que no puedes compartir conmigo. Sin querer yo lo tomé como un pacto, ¿sabes?... aquello de decirnos siempre las cosas -aunque no todo-, sólo ser absolutamente francos y sinceros tu con yo... yo con tu.

Mi lado de mujer no puede entender cómo es posible para ti sencillamente ver, callado, sin decir nada. Ni lo que te gusta o lo que no de mi, de nosotros.
Mi corazón no quiere verlo así... pero INDIFERENCIA es el único adjetivo que mi cabeza encuentra.

Y mi mente recuerda un principio distinto. Y entiende también que venimos de caminos distintos, y que a fuego y sangre se han inmolado diversas heridas en nuestros corazones, en nuestras vidas, y que por condicionamiento quedamos precavidos -en teoría- pero: ¿No es lo más sensato ser auténtico y sentir libremente?

Personalmente he aprendido que es un intento vano juzgar amores futuros en base a sufrimientos pasados. Y creeme que no quiero que sufras.
Y creeme que no estoy dispuesta a que me hagas sufrir.

No puedo entenderlo... y hasta que no te lo diga no dejaré de sentir éste conflicto en mi corazón.

Me cuesta decírtelo... ¿qué más absurdo que eso?
Por eso escribo este grito calladito y lo acomodo en mis letras.
T.A

1 comentario:

Pulgamamá dijo...

Hola. Dile lo que tengas que decirle. Te vas a sentir mejor. Ahorita tienes una espina atragantada. Como es que dicen, el miedo al miedo es el peor de todos los miedos.
Saludos!